Catedral de Ávila

EL TRIBUNAL SUPREMO DESESTIMA EL RECURSO DEL OBISPADO Y OBLIGA AL DESMONTAJE DE LAS OBRAS DEL PRESBITERIO

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Las tumbas en las que han sido enterrados los obispos de Ávila desde el siglo XV quedaron cubiertas cuando se terminaron las obras, en 2002, siendo obispo de Ávila Adolfo González Montes. Sobre las tumbas se colocó una estructura de madera, una rejilla y una losa de piedra, con un peso de más de diez toneladas, que impiden la contemplación de las laudas, los textos escritos en ellas y las labras heráldicas.
La Real Academia de la Historia lo denunció y el Tribunal Superior les dio la razón tres años después, exigiendo la retirada del altar y del ambón, aunque la ejecución de la sentencia se retrasó con la presentación de un recurso de casación ante el Supremo, alegando que la obra era necesaria para que la Catedral cumpliera su labor litúrgica. La sentencia no admitía la posibilidad de recurrir, pero el Obispado y el Cabildo Catedralicio solicitaron la casación y se autorizó. En todo caso, su recurso ha sido ahora desestimado y el Obispado tendrá que abonar, además, 3.000 euros en costas.
Tal y como se indica en el auto del Supremo, en el informe pericial se pone de manifiesto que las lápidas “sufren dos graves peligros”: por una parte, porque al haber sido tapadas “no se puede observar si sufren algún tipo de daño en su conservación o si se produce algún tipo de daño en las mismas por líquidos que se puedan derramar y filtrarse a través de las placas de piedra”; y por otra, porque la estructura está colocada sobre las laudas y el peso –unos 300 kilos- “puede originar daños como fisuras o grietas”.

Compatibilidad entre el culto y el valor artístico

Al respecto, el perito proponía que se adoptaran medios técnicos adecuados para permitir las dos funciones, la religiosa y la histórica-artística, utilizando un enlosado de vidrio, que dejaría las tumbas al descubierto y permitiría reducir el peso, o que el altar y el ambón se colocaran sobre rieles que pudieran desplazarse.
El Obispado consideró, sin embargo, tal y como se indica en el recurso de casación presentado, que la sentencia del Tribunal Superior de Justicia infringía las normas del misal romano y del ceremonial de los obispos, y aportaron como prueba un vídeo de la toma de posesión del obispo actual, Jesús García Burillo, para demostrar que “se precisa de todo el presbiterio para que pueda cumplir su fin verdadero y único”, y que el uso litúrgico del presbiterio debe prevalecer sobre cualquier otro.

Bien de Interés Cultural

Pero no es el único argumento. También consideran, según se recoge en la sentencia del Supremo, que las tumbas de los obispos “no tienen valor histórico-artístico alguno”, ya que lo que está declarado Bien de Interés Cultural es la Catedral, pero exclusivamente como monumento u obra arquitectónica. El Supremo estima, sin embargo, que las laudas también pueden considerarse igualmente bienes de interés cultural al estar dentro de la Catedral cuando esta fue declarada monumento histórico-artístico.
Otros argumentos eran también que el Altar Mayor puede eximirse de la visita pública en la Catedral, o que la Constitución Española garantiza que “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española” y que el presbiterio es un lugar de culto y que es un “derecho fundamental” del obispo disponer de él “de la manera que estime más pertinente para que el culto llegue de la mejor forma posible a los feligreses”.
Y en cuanto al enlosado de vidrio o la colocación del altar y el ambón sobre rieles, el Obispado preguntaba si se estaba comparando con “el carrito de los helados”, y alegaba que era “un atentado a la estética y el sentido común”.
Para el Supremo, sin embargo, no es necesario analizar cuál debe ser el uso prioritario, puesto que tanto el artístico como el litúrgico es compatible. La sentencia es firme y el presbiterio tendrá ahora que desmontarse.

Foto: Inauguración del presbiterio (aviladigital.com)

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