El patrimonio de Castilla y León

Página dedicada al estado del patrimonio histórico y cultural de Castilla y León

viernes, 5 de junio de 2009

Grajal de Campos

PRIMER ANIVERSARIO DEL CONJUNTO HISTÓRICO
¿Dónde están las ayudas? La máxima protección de Patrimonio no está evitando el feroz deterioro de todo el catálogo artístico de la histórica villa leonesa


Cristina Domínguez

El adobe se desmorona, el ladrillo se pulveriza, ‘lloran’ las piedras, y la falta de recursos económicos sigue obligando al Ayuntamiento a rechazar subvenciones. Un año después de conseguir la declaración de Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, el patrimonio arquitectónico de Grajal de Campos continúa en el olvido y más deteriorado que nunca. Esa máxima figura de protección aprobada entonces, ese reconocimiento oficial que invitaba a soñar con el renacer de una de las villas históricas más representativas de toda la Comunidad, no está sirviendo de nada para el singular conjunto, agonizante, ante el absoluto olvido institucional.
Hoy por hoy, los males que aquejan al patrimonio de Grajal afectan a todos y cada uno de sus edificios emblema: El Castillo Artillero, la Casa Palacio de los Condes, la Iglesia de San Miguel Arcángel, la de Nuestras Señora de las Puertas… grietas y resquebrajos se repiten a cada muro, viejas instalaciones que ya no aguantan, amaneceres de incertidumbre “¿Cuántas piedras habrá hoy en el suelo?”.
No es que antes nadasen en la abundancia, pero un año después de ser Conjunto BIC, no ha entrado ni un solo euro a las arcas de este pequeño Ayuntamiento terracampino con destino al patrimonio. Es más, algunas ayudas y subvenciones, tienen que rechazarse ante la imposibilidad de hacer frente a la parte de gastos que lleva implícita, como poco, la redacción del proyecto de obra y, con más frecuencia, de un 40 a un 60 por ciento de la inversión total, “imposible de afrontar, no somos ni trescientos vecinos en el pueblo”, comenta Francisco Espinosa.
La impotencia del Consistorio graliarense la transmite el veterano alcalde con su mirada envuelta en arrugas, cuando, en su habitual papel de improvisado guía turístico, dirige a los grupos por las calles de la villa y va señalando los huecos que dejan las piedras enfermas. Gira la cabeza. Ya no quiere ni mirar. “Nada ha cambiado en el último año. Todos dicen que esto es muy bonito, que da pena cómo está, que este pueblo es historia y que se merece una ayuda, pero, sin dinero, no podemos hacer nada; seamos realistas, las buenas palabras no conseguirán salvar de la ruina nuestro patrimonio”, señala Espinosa.
Aunque el paso del tiempo ha conseguido hacer mella en todo el conjunto y gran parte del legado ya ha vuelto a la tierra, el futuro inmediato del Castillo Artillero es lo que más preocupa a la comunidad y al propio Gobierno local: “se está derrumbando poco a poco, todos los días detectamos algún desprendimiento, lo veremos en el suelo el día menos pensado. Ya no sabemos qué hacer, hemos pedido reuniones con los representantes de la Junta en León y Valladolid pero nadie responde. Se cae el Castillo, es una realidad, no es una petición caprichosa”. Al igual que el Castillo, la ermita de Nuestra Señora de las Puertas también aguarda el ‘milagro’. En los últimos meses, las filtraciones y el deterioro general están acabando con la cubierta del edificio, que también se cae a cachos ante la pasividad de la Junta, “los técnicos de la Administración conocen esta realidad, te dicen: es una pena, todo es una pena... pero ahí sigue”.
La iglesia de San Miguel Arcángel tampoco es la excepción. Desde primeros de año, una serie de florones policromados de madera que decoraban la bóveda de la parroquia se está empezando a desmoronar comido por la carcoma. Además, la instalación eléctrica, “que es del siglo pasado, también está dando fallos. Aquí existe ya hasta temor a un accidente. El día que se produzca un cortocircuito el retablo ‘volará’. Hay cables pelados, retorcidos, empalmados con cinta aislante por detrás y aquí todo es de madera. Hemos mandado hace meses una memoria valorada y tampoco hemos tenido contestación. ¿Qué necesitamos para llamar la atención sobre las administraciones, el Castillo está declarado BIC, el Palacio de los Condes también, somos Conjunto Histórico y estamos a vera del Camino de Santiago, también declarado BIC, ¿Qué más necesitamos?”, se pregunta Espinosa.
Con las manos tras la espalda, el veterano regidor convertido en guía, aguarda a la puerta del Castillo Artillero la llegada de un autobús de escolares. Alguien repara en el hueco dejado por la piedra enferma. Espinosa, que ya no quiere ni mirar, comienza a recitar de memoria las historias que allí se forjaron y con las que sueña desde hace décadas, las mismas, que no le dejan dormir.

Director General de Patrimonio:
Foto: La localidad de Grajal de Campos fue declarada hace un año Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico. M. Marcos.

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2 comentarios:

  • A las 10 de junio de 2009, 12:21:00 WEST , Blogger El Dilema Urbano ha dicho...

    La figura del "Conjunto Histórico" se está manifestando como algo inútil para la conservación efectiva de los pueblos semiabandonados de esta Comunidad. Es imprescindible generar en la población un sentimiento de concienciación y aprecio por la historia y el aspecto del pueblo, y a la vez posibilitar líneas de ayudas para la restauración de las viviendas. Pero por una parte, la administración pide una serie de requisitos y condiciones para cualquier tipo de obra, lo que redunda en un mayor coste de la misma; por otra, la población, centrada en sus propias preocupaciones y sin una formación específica, no suele sentir (en general) más que indiferencia por la "estética" de sus pueblos. El resultado de todo ello son construcciones nuevas sin licencia y sin el menor respeto por su entorno. Eso en el caso de que haya algo de actividad económica; si no la hay, simplemente las casas vacías de barro y piedra van cayéndose.

     
  • A las 20 de septiembre de 2011, 10:14:00 WET , Blogger L. de Guereñu Polán ha dicho...

    Estuve hace años en el castillo. La amabilidad de un guarda nos permitió entrar con una linterna, pues estaba oscuro, y me asombre de lo bien conservado que entonces se encontraba.

     

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