Monasterio de Sandoval
EL DESACUERDO ENTRE LA JUNTA VECINAL Y LA AUTONOMIA HUNDE UNA PARTE DEL COMPLEJO
La Junta planea un Centro de Visitantes en «la Panera» pero el pueblo exige garantías de que se va a hacer
E. Gancedo
Desde tiempos antiguos se le ha llamado «la Panera», y es un gran edificio que forma parte del conjunto monástico de Santa María de Sandoval. El caserío adyacente al cenobio poseía, además de extensas fincas, prados y huertas, amplias cuadras, pajares, graneros, almacenes y todas las estancias necesarias para llevar a cabo las labores agrarias que llevaba aparejada la presencia del monasterio.
Una de esas edificaciones es esta «panera» que en época contemporánea cumplió funciones de cobertizo, cuadra para las ovejas y hasta casa del maestro, pero que en los años de esplendor de este gran monasterio leonés pudo haber tenido quizá otros usos, teniendo en cuenta el arco que preside su entrada. Y es que esta casona, ubicada a la derecha del patio que distribuye los accesos al monasterio y a las estancias pecuarias, no pertenece al gobierno autonómico, como el resto del conjunto religioso, sino a la junta vecinal de Villaverde de Sandoval.
Según fuentes del pueblo, la Junta de Castilla y León pretendía construir en este inmueble, cuyas trazas nobles parecen datar del siglo XVIII, un Centro de Visitantes que impulsara el turismo en Sandoval, tan olvidado por las instituciones públicas y carente, no ya de guías o información suplementaria, sino hasta de baños públicos. De hecho, las tuberías del agua ni siquiera llegan al monumento.
El acuerdo era que la junta vecinal cediese «la Panera» al gobierno autonómico para que éste montara el centro, reservando una parte del inmueble para uso del pueblo como salón de reuniones o similar. La junta vecinal de Villaverde, a su vez, exigió otras obras de restauración y un documento en el que constase el compromiso de la Junta, consciente de que las promesas de la autonomía quedan algunas veces en papel mojado. Desde la Junta no se facilitó el documento y la junta vecinal se negó a ceder el edificio en cuestión. La subvención disponible, de 98.000 euros, se perdió y hubo que emplearla en empedrar la entrada del monumento. Además, en medio de ese tira y afloja, llegó el invierno y una parte del techo se vino abajo. Dos grandes boquetes por los que entra el agua y que pueden suponer, si no se actúa pronto, la ruina total del edificio.
El panorama actual del monasterio es el de un imponente conjunto de gran interés artístico (pese al desplome de algunas de sus partes residenciales), pues da idea de la magnificiencia e importancia que tuvo en su día. Por desgracia, el claustro permanece cerrado y cubierto de escombros, el visitante sólo puede contemplar la iglesia de manera libre y la Junta se niega a nombrar guía a la persona que allí vive y que abre y explica el templo de forma gratuita.
Una de esas edificaciones es esta «panera» que en época contemporánea cumplió funciones de cobertizo, cuadra para las ovejas y hasta casa del maestro, pero que en los años de esplendor de este gran monasterio leonés pudo haber tenido quizá otros usos, teniendo en cuenta el arco que preside su entrada. Y es que esta casona, ubicada a la derecha del patio que distribuye los accesos al monasterio y a las estancias pecuarias, no pertenece al gobierno autonómico, como el resto del conjunto religioso, sino a la junta vecinal de Villaverde de Sandoval.
Según fuentes del pueblo, la Junta de Castilla y León pretendía construir en este inmueble, cuyas trazas nobles parecen datar del siglo XVIII, un Centro de Visitantes que impulsara el turismo en Sandoval, tan olvidado por las instituciones públicas y carente, no ya de guías o información suplementaria, sino hasta de baños públicos. De hecho, las tuberías del agua ni siquiera llegan al monumento.
El acuerdo era que la junta vecinal cediese «la Panera» al gobierno autonómico para que éste montara el centro, reservando una parte del inmueble para uso del pueblo como salón de reuniones o similar. La junta vecinal de Villaverde, a su vez, exigió otras obras de restauración y un documento en el que constase el compromiso de la Junta, consciente de que las promesas de la autonomía quedan algunas veces en papel mojado. Desde la Junta no se facilitó el documento y la junta vecinal se negó a ceder el edificio en cuestión. La subvención disponible, de 98.000 euros, se perdió y hubo que emplearla en empedrar la entrada del monumento. Además, en medio de ese tira y afloja, llegó el invierno y una parte del techo se vino abajo. Dos grandes boquetes por los que entra el agua y que pueden suponer, si no se actúa pronto, la ruina total del edificio.
El panorama actual del monasterio es el de un imponente conjunto de gran interés artístico (pese al desplome de algunas de sus partes residenciales), pues da idea de la magnificiencia e importancia que tuvo en su día. Por desgracia, el claustro permanece cerrado y cubierto de escombros, el visitante sólo puede contemplar la iglesia de manera libre y la Junta se niega a nombrar guía a la persona que allí vive y que abre y explica el templo de forma gratuita.
Foto: Los desplomes en varias partes del tejado de «la Panera» podrían acarrear la ruina (Jesús F. Salvadores).
Etiquetas: León, monasterios
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